Desgraciadamente, ahora que se abren las fronteras progresivamente, no hay una correlación entre estas aperturas y la venta y generación de ingresos de nuestras empresas, entre otras cosas, porque hay todavía un 80% de reducción en las rutas aéreas, porque hay aforos en los escasos alojamientos que han abierto, porque hay restricciones en las empresas que impiden la reactivación de los viajes de negocio, porque tardarán mucho en volver a realizarse congresos, incentivos, reuniones y eventos y porque siguen cerradas las fronteras de los mercados más importantes para nuestro Turismo emisor y, por lo tanto, todavía tardaremos muchos meses en recuperar nuestros ingresos.
Ante esta grave situación en la que se ha complicado mucho la viabilidad de nuestras empresas, las agencias de viajes españolas nos encontramos con una dificultad añadida, y es que en la solicitud de los ERTE, que no tuvimos más remedio que aplicar en marzo por la prohibición expresa que impuso el gobierno a la movilidad, no recabamos en que esta solución llevaba implícita un compromiso de mantenimiento del empleo durante al menos seis meses después de finalizada. Por lo tanto, nos impiden poder reestructurar nuestras plantillas para poder hacer viable nuestras empresas, hasta que volvamos a ser capaces de generar los ingresos suficientes para ello. Esta medida, lejos de proteger el empleo, lo que hace es abocar a muchas pequeñas empresas de nuestro Sector a echar el cierre definitivo y acabar, por lo tanto, con todo el empleo de la empresa para siempre.
‘Consideramos necesario que se nos permita poder reajustar nuestras plantillas’
Estos días estamos viendo a grandes multinacionales como Nissan, Siemens, Airbus, Alcoa, etcétera, despedir a parte de sus plantillas. Resulta paradójico que sean las pequeñas empresas que formamos el Sector de las agencias de viajes, las que no podemos prescindir de parte de nuestros equipos con la finalidad de salvar las empresas y miles de empleos. LLegados a este punto, consideramos necesario que se nos permita poder reajustar nuestras plantillas, al menos en las mismas condiciones que teníamos antes de la crisis, quitando, por lo tanto, las limitaciones y las penalizaciones que se nos han impuesto, precisamente en este crítico momento en el que nos encontramos.
La letra pequeña de la normativa reguladora de los ERTE es tan retorcida que ni siquiera los mejores despachos laboralistas saben a qué atenerse en los diversos casos que se producen cada día en la vida laboral de las empresas. Este tema nos produce una gran indefensión y mucha ansiedad por no saber a qué atenernos en cada caso que se nos dan a todas las empresas del Sector. Tampoco nos es fácil algo tan importante como saber las exoneraciones reales de las empresas, ya que cambian en base al tiempo total o parcial, el mes de aplicación, el número de trabajadores y otros condicionantes que hacen de este trámite un autentico laberinto de difícil aplicación e interpretación.
En unos modelos de negocio donde el personal supone mas del 75% de nuestros costes de producción, es evidente que el principal activo del negocio es el propio personal y no hay nada más duro para un empresario que tener que prescindir del equipo que le ha hecho crecer y aunque, sin ninguna duda, lo restablecerá tan pronto como le sea posible, ahora necesitamos esa flexibilidad. Quizás la opción sea buscar fórmulas socialmente menos lesivas como prejubilaciones, bonificaciones o cualquier otra fórmula que nos permita reestructurar, al menos parcialmente, nuestras empresas mientras la coyuntura no cambie.
De nada nos ha servido congelar los negocios tantos meses si ahora nos atan las manos a la espalda. No nos dejan tomar decisiones, reestructurar nuestras empresas, y no sé si será legal, pero, desde luego, no es justo que nos cambien las reglas de juego limitando nuestros derechos cuando la coyuntura no nos permite hacer otra cosa. Si el gobierno no reconsidera urgentemente este asunto para las gencias de viajes por sus especiales características, la destrucción de empleo y de tejido empresarial va a crear un daño sistémico del que jamás se recuperara el Turismo en España.
Carlos Garrido, presidente de CEAV.