La reducción de la oferta por parte de las mayoristas no ha sido suficiente, ante una importante caída de la demanda que ya apuntó el tradicional test de la Semana Santa. Pero lo peor no ha sido la reducción en el número de viajes, sino la caída de la facturación, a causa de la reducción del gasto. Sólo la fortísima reducción de costes empresariales de proveedores y agencias ha impedido la quiebra técnica generalizada.
El particular annus horribilis que sufre el Sector ya no difiere en tanto del que vive el resto de nuestra economía. Además, están otros factores exógenos, como las alarmas sanitaria y terrorista. La sanitaria ha tenido a México como principal víctima, aunque también Dominicana y otros grandes destinos tradicionales del Caribe se han visto afectados. Pese a las ofertas de paquetes todo incluido a 700 euros, en pleno agosto y en hoteles de primera, la Riviera Maya, Cancún o Punta Cana han dejado bastantes plazas sin vender.
Y si la crisis sanitaria ha diezmado los destinos españoles del Caribe (beneficiando a Cuba, pese a lo cual sufre la paradoja de facturar menos que el verano anterior, pese a recibir más turistas), la alerta terrorista se ha cebado en uno de nuestros principales destinos, como es Palma de Mallorca. La imagen (impagable) de la Reina Doña Sofía, acompañada de las infantas, de compras por el centro de Palma, quedará para la historia como evidencia de hasta qué punto el Estado ha tenido que reaccionar ante la amenaza terrorista, para limitar al máximo los daños colaterales de los atentados en los mercados emisores.
Empresarios y profesionales dan por seguro el inicio de la recuperación en 2010, confiando en que la pretendida salida del túnel de Alemania, Francia y en menor medida el Reino Unido, de un respiro a la recesión del receptivo. Pero, ¿y el emisor español? Esa es la gran incógnita, que algunos despejan con una conclusión lapidaria: este verano no puede repetirse el año que viene, porque el Sector Turístico (empezando por las agencias) no lo resistiría.
La especial dureza de la rentré dejará más de una empresa por el camino. La acumulación de endeudamiento y tensiones de tesorería pasará factura (de hecho hace meses que vienen cerrando agencias), hasta una contracción sectorial que podría dejar reducidas a 8.000 las casi 11.000 agencias que había hace sólo dos años. Bien es cierto que las ventas, aunque menores, se reparten entre las minoristas supervivientes, aunque en esta desigual guerra contra la crisis, las grandes redes sean las que mejor aguantan, apoyadas en sus grupos.
Pese a todo, la agencia independiente tiene y tendrá futuro. Aunque es previsible el cierre de más de 2.000 puntos de venta, cabe hacer otro pronóstico: no menos de un millar volverán a abrir una vez remita la crisis. Que le sea útil. Ese es nuestro mayor interés.