Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE),
España recibió en el primer cuatrimestre un 4,4% menos que en el mismo periodo del año pasado,
y a final del verano, casi un 5% menos que en el año 2017.
Se había producido ‘evolución artificial del receptivo durante los últimos años’
La desaceleración de la demanda y la caída del receptivo han conducido a las empresas turísticas españolas a bajar sus precios. Además, el coste del viaje combinado cayó tanto en julio como en agosto, algo que no ocurría desde 2014. Esta evidente revisión a la baja de los precios es sin duda la consecuencia de una evolución "artificial" del receptivo en los últimos años, que había provocado un vertiginoso incremento de los precios en la oferta turística española.
Hay que tener en cuenta que la desaceleración de la demanda se ha producido en un momento en el que
se han activado otros destinos claramente competidores como Turquía y Túnez, que registraban al final del verano incrementos de su Turismo extranjero superiores al 20%. Y es que, la recuperación de estos países ha generado el descenso de la llegada a nuestro país de los tres principales mercados emisores (Reino Unido, Francia y Alemania).
La industria turística española ya contaba con no alcanzar el récord de turistas del 2017, pero la situación de ralentización plantea un nuevo desafío a pesar del incremento del gasto medio por turista, y por tanto, se requieren medidas que no normalicen en ningún caso la situación de caída, y que activen de nuevo la imagen de España.
Apostar por los mercados de larga distancia como el estadounidense o los asiáticos, incentivar la innovación, generar nuevos productos turísticos, fomentar la
calidad de la oferta, mejorar la conectividad, y sobre todo, incrementar el presupuesto para promoción, son algunos de los retos que debe abordar el sector para recuperar la demanda internacional.