La entidad pública, en un burofax dirigido al arquitecto en noviembre de 2009, ha señalado que el hecho de que se realicen los pagos "en ningún caso implica" que se haya cumplido las obligaciones establecidas en el contrato del proyecto, según ha denunciado EUPV. De esta manera, la Generalitat ha abonado un millón por la firma del contrato, 350.000 euros por el anteproyecto y 1.350.000 por el proyecto básico, según los documentos facilitados por la diputada de EUPV, Marina Albiol, y el portavoz de la ejecutiva de EUPV, Ignacio Blanco, que incluyen en el burofax cheques y el propio contrato del arquitecto.
La SPTCV, en uno de los pagos, envío el burofax indicando que la entrega del dinero "responde a la voluntad del entendimiento" que la entidad pública "siempre" ha mantenido con Calatrava, pero en ningún caso "implica la conformidad con el proyecto básico" entregado por la empresa del arquitecto. En el burofax se recuerda a la compañía que de momento el proyecto no es conforme al "objeto y precio" pactados, ya que las modificaciones propuestas por Calatrava triplicaban lo convenido en esos dos aspectos.
En total, la Generalitat tenía que abonar al arquitecto 7,5 millones de euros, por un proyecto licitado en 60 millones de euros. Por ello, los portavoces de EUPV han denunciado que Calatrava se ha beneficiado de los sobrecostes de las obras, y en este sentido, Albiol, ha recordado que los terrenos donde está proyectado el centro están bloqueados por la paralización el PAI Mestrets, por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitad Valenciana.
Contrato en paraísos fiscales
El pago de los honorarios debería realizarse en Zurich (Suiza), lo que según Albiol "demuestra que la Generalitat contrata con empresas que están en paraísos fiscales". Asimismo ha asegurado que se permite "a un hombre que gana cientos de millones hacer estos chanchullos para no pagar aquí sus impuestos".
El contrato también establecía que la SPTCV ha sido la encargada de sufragar los gastos derivados de los visados del proyecto, los viajes, las dietas y desplazamientos y el fotomontaje del proyecto. Por su parte, el arquitecto era el encargado de sufragar gastos como el de reprografía, encuadernaciones, embalajes y mensajería de los siete ejemplares de los proyectos.