Según los términos del acuerdo, cada accionista de Continental recibirá 1,05 acciones de United por cada una de las que posea, con lo que la ecuación de canje se establece en un 55% para United y un 45% para Continental. Se espera que la aerolínea resultante, que mantendrá el nombre de United Airlines y tendrá su sede en Chicago, cree entre 755 y 906 millones de euros en sinergias anuales, generados en gran parte por el incremento de alternativas para el cliente en el largo alcance y la ampliación de servicios internacionales derivada de la operación.
La fusión, que ya ha sido aprobada por ambos consejos directivos, está condicionada al visto bueno de los accionistas y de los reguladores pertinentes. Está previsto que la transacción definitiva se cierre en el cuarto trimestre de este mismo año. Ambas aerolíneas se han comprometido a que el efecto de la fusión en sus trabajadores sea "mínima", con reducciones procedentes de jubilaciones y planes de retiro voluntarios.
Tras conocer el acuerdo, la Comisión Europea ha indicado que examinará en el futuro si la fusión de las aerolíneas norteamericanas tendrá algún impacto en la investigación sobre problemas de competencia en la red Star Alliance, y matiza que compete a las compañías aéreas decidir si notificar la operación. "Si la fusión tendrá alguna influencia o repercusión es algo que tendremos que mirar después", explica la portavoz comunitaria de Competencia, Amelia Torres, que considera prematuro valorar esta cuestión.