La crisis generada por el coronavirus está obligando a Meliá International Hotels a desprenderse de un considerable porcentaje de su cartera de hoteles en propiedad, tanto de España como en el Caribe. El periodo de cierre obligado por el Covid-19 y la baja actividad generada por la pandemia ha afectado especialmente a la primera cadena española, que se ha visto en la necesidad de mantener los elevados costes de establecimientos propios, lo que le ha supuesto una enorme carga económica. El grupo justifica la creciente venta de activos en la necesidad de "virar desde un modelo en el que se primaba la propiedad hacia otro en el que se priorizan los contratos de gestión y de franquicia y, en menor medida, el alquiler", según informa "Cinco Días".
Apenas el 10% del total del portfolio de establecimientos de Meliá son hoy hoteles en propiedad, un mínimo histórico y menos de la mitad si lo comparamos con 2007, cuando Meliá era propietario de casi el 30% de los activos hoteleros del grupo. Además, la cadena también ha aumentado el peso de los hoteles en los tres regímenes que no obligan a mantener la titularidad del activo. Desde la crisis económica e inmobiliaria de 2008, el peso de la gestión ha aumentado del 39% al 43%, lo que supone cuatro puntos más. También el alquiler y la franquicia se han incrementado en seis puntos. Todo ello en detrimento de los hoteles en propiedad.
Meliá acelera la venta del ladrillo para tapar el importante agujero que soporta a raíz de la pandemia
Este cambio es aún más brusco si se analiza la cartera de hoteles contratados para los próximos años. De los 48 establecimientos previstos, ninguno es en propiedad "y el alquiler solo representará un 4% de los activos, mientras que la gestión supondrá el 83% de los hoteles y la franquicia el restante 13%", de acuerdo con datos del rotativo económico.
Meliá acelera la venta del ladrillo para tapar el importante agujero que soporta a raíz de la pandemia. A finales del primer semestre de 2020, la deuda neta se situaba en 2.323 millones de euros y, lejos de reducirse, dos años después se había incrementado hasta los 2.904 millones de euros. Este importante crecimiento de la deuda supera los 500 millones de euros, situando el pasivo entre los más abultados de los principales grupos hoteleros, obligando a la compañía a recurrir a la venta de sus activos como la forma más rápida de saldar la gran deuda acumulada, siquiera parcialmente. La primera gran operación de venta se cerró en junio de 2021, con la pérdida de ocho hoteles, actualmente propiedad de inversores particulares de Bankinter, que apenas le aportaron 204 millones de euros en dinero fresco. Estos inversores financieros cuentan con un 85% del capital, mientras Bankinter y Meliá se quedaron con un 7,5%, respectivamente, para poder retener la gestión bajo su marca, según revela "5 Días".
En la última junta general de accionistas, el consejero delegado de Meliá, Gabriel Escarrer, aseguró que "el objetivo es reducir el pasivo en otros 250 millones al cierre de 2022, por lo que ultima otra operación calcada a la cerrada en 2021, con un número similar de establecimientos y de ingresos. Esto supondría la pérdida de unos 16 hoteles en propiedad, cifra que podría llegar alcanzar la veintena, aunque esta pérdida de activos no es percibida por los clientes del grupo, al mantener la marca en los establecimientos vendidos. La principal diferencia es que los inmuebles vendidos en 2021 estaban en España y los previstos para este año están en el Caribe, cuya aportación a la rentabilidad del grupo ha sido tradicionalmente muy relevante.
Aunque Escarrer comunicó, en entrevista concedida al citado medio económico, que "el cambio desde la propiedad a la gestión y a la franquicia incrementará la aportación de los dos últimos modelos al resultado de explotación de la compañía (ebitda), ya que el cierre de 2021 apenas representaba el 17%, la previsión que maneja la hotelera es que aporte en el corto plazo la mitad del ebitda". No obstante, la pérdida de solvencia de Meliá es la mayor registrada por los grandes grupos españoles. Hasta la última temporada de verano —considerada excelente para el conjunto de la hotelería española—, en los últimos años Meliá no había obtenido beneficios, registrando cuantiosas pérdidas en cada ejercicio, hasta que en junio alcanzó por vez primera un beneficio neto de los tres millones de euros, según fuentes solventes.