El diestro reseñó algunos momentos claves de su trayectoria profesional que le han hecho crecer desde todos los puntos de vista, como la decisión de enfrentarse a un toro a portagayola. "Yo pensaba que era algo que era incapaz de hacer, y lo logré", señaló Dávila Miura. Fue en Santander y nunca más lo volvió a repetir, pero supuso pasar una barrera personal, superar un imposible autoimpuesto y darse cuenta de la fuerza de una sentencia que tiene muy presente: "somos poderosos sin límites, solo falta la ocasión para demostrarlo".
En abril de este año, el día 26, Dávila Miura volvía a vestirse de luces después de casi una década de retiro. "Fue un reto personal,conmigo mismo, no profesional. Llevaba ocho años viviendo de lo que había hecho, de fotos amarillas y decidí que eso no podía seguir así. Cuando llevas mucho tiempo haciendo algo, en un trabajo, te dejas llevar por el día a día, no creces. Hay que recuperar el espíritu del principio", comentó. Esa tarde el sevillano tenía una motivación especial: homenajear que la ganadería de su familia llevaba 75 años seguidos lidiando en la plaza de Sevilla. "No fue mi mejor tarde —la lluvia y el viento no acompañaron— pero sí una muy importante", añadió.
Fue una tarde que encaró desde tiempo atrás con mentalidad positiva, transmitiendo optimismo y positividad a su equipo: cuando salió de La Maestranza y se montó en la furgoneta con la cuadrilla les reconoció lo que todos en algún momento habían pensado "esto era un locura, pero eso se puede decir ahora". "Hay que poner el talento al servicio del equipo. Para que un torero triunfe la cuadrilla tiene que hacer las cosas lo mejor posible, y lo mismo en cualquier ámbito laboral". Dávila Miura es un firme defensor de la idea de rodearse de gente positiva y con ganas de trabajar en equipo, que apoyó con una anécdota de Juan Belmonte y un banderillero que se lució ante un toro complicado para el matador, y éste le felicitó por la hazaña al tiempo que le recordaba que si él no cortaba oreja, ninguno de los dos volvería a la plaza al año siguiente.
Eduardo Dávila Miura fue ovacionado por los asistentes al final de su charla, quienes le dejaron claro, en referencia a su mención a la escasez de tardes buenas en Las Ventas, que esta vez sí había triunfado en Madrid.