La oficina de congresos entregó este galardón en un acto al que convocó a destacados profesionales de la medicina, presidentes y presidentas de sociedades científicas, investigadores y profesores de la universidad. El objetivo de este eventos, además de entregar el premio, sirvió para incentivar y motivar a los asistentes a presentar la candidatura de Gijón en distintos foros y para sorprender a todos los invitados con la reinterpretación de uno de los espacios para eventos tradicionales de la ciudad.
El Programa de Embajadores del Gijón Convention Bureau arrancó en 2004. Desde ese año, y a propuesta de los empresarios que forman la parte privada del mismo, se personaliza en una persona o institución el reconocimiento a todos aquellos que proyectan el nombre de Gijón al exterior y la consolidan como destino de reuniones y eventos.
La distinción, que se materializa en la entrega de una escultura y un diploma, se ha entregado hasta ahora a seis doctores y doctoras en medicina, un doctor en biología, un físico, una fundación que especializada en desarrollo tecnológico y digital, una OPC y al equipo de investigadores de uno de los institutos de desarrollo e investigación agroalimentaria.
Pero el marco y el diseño de cada acto de Embajadores de Gijón confirman la implicación, capacidad y profesionalidad de las empresas y profesionales del Convention Bureau y permiten que los clientes invitados descubran insospechados espacios en la ciudad y la capacidad técnica de la industria en Gijón.
Real Club Astur de Regatas
Este año, la propuesta elegida, entre las presentadas por las agencias de eventos asociadas jugó con la idea de los Embajadores que van y vienen a y desde diferentes lugares del mundo. Se partió de una visión clásica ligada a Gijón, su mar y los barcos. Y, por eso, se eligió como escenario privilegiado y de excepción en la ciudad el Real Club Astur de Regatas. Se recordó las grandes travesías de antaño y las fiestas en las cubiertas de los barcos. Se buscó, y se consiguió sorprender a los asistentes porque desde la sencillez, y con un presupuesto austero, se les ofreció un nuevo punto de vista de un espacio de sobra conocido por todos.
El Real Club Astur de Regatas fue el escenario donde se ofició la entrega del premio. Pero cuando todo el mundo esperaba un acto convencional en los salones tradicionales y con sabor decimonónico del Club, los asistentes se vieron encaminados a la explanada donde los socios suelen tomar el sol, es decir, a la pura orilla del mar. Allí se montó algo parecido a una fiesta en la cubierta de un barco. Tarde espléndida, guirnaldas de banderitas de colores fingiendo un techo, orquesta tipo bing-bang, alfombras color violeta, camareros de rigurosa etiqueta, excelente organización, sillas para todos, y en el improvisado bar una apetecible batería de mojitos aguardaba el brindis subsiguiente. Resultado: una fiesta distinta a la que se sumó una espléndida luna llena sobre la playa de San Lorenzo.