«Muchas carreras profesionales y técnicas cuentan con programas de prácticas empresariales obligatorias, que se constituyen como un requisito de grado y que hacen parte del aprendizaje integral, debido a que hay experiencias y métodos de trabajo que solamente se aprenden en contextos laborales reales. El camino hacia el mercado laboral es cada día más complejo a causa de la situación económica, la competitividad dentro de las empresas y entre las mismas, la transformación de los perfiles profesionales y la constante y necesaria adaptación de las organizaciones al mercado y al sector al cual pertenecen.
El Sector MICE no es ninguna excepción. El lado positivo es que, al ser un Sector que necesita de grandes dosis de creatividad, para las empresas también constituye una ventaja el recibir a una persona joven, con ganas de aprender, que pueda aportar ideas nuevas, frescura e información más actualizada.
Desde el punto de vista de los estudiantes, realizar unas prácticas es interesante, ya que te da la oportunidad de destacar en la empresa gracias a los conocimientos aprendidos, además de demostrar tu manera de trabajar y tus ideas innovadoras. Es la mejor manera de recibir formación en el ámbito de una experiencia laboral y de hacer networking, que te puede servir ya sea para conseguir un trabajo al terminar las prácticas, o para mover tu currículo por empresas que hayas conocido durante las mismas. Y si, al terminar las prácticas, tienes la suerte de que te contraten en la misma compañía, te lo habrás ganado con creces.
Desde el punto de vista de las empresas, el tener a una persona en prácticas significa una cierta inversión en tiempo y formación, pero como contrapartida, si la persona es válida, el resultado puede ser extremadamente positivo. Se trata al fin y al cabo de darle una oportunidad a un becario, a cambio de una inversión económica muy reducida, para comprobar si en un futuro podría ser el candidato ideal para cubrir una vacante, o seguir como colaborador externo. El talento se descubre al trabajar durante el día a día, así como el carácter de las personas: las prácticas constituyen una ‘prueba piloto’ que, si funciona, nos puede ahorrar parte de los costes y del tiempo que se suelen dedicar a la selección y formación del personal».