Longarte afirma que "la crisis obligó a las empresas a replantearse no sólo sus presupuestos, sino también su imagen. Por ello, los viajes ostentosos dejaron paso a otras propuestas en las que entraba en juego eso que se ha dado en llamar 'el nuevo lujo', que no es otra cosa que la vivencia, el flow experiencial que marca al asistente a un viaje de incentivos y le genera un impacto positivo y mucho más persistente en el tiempo".
En este camino entra el papel de la agencia y su creatividad, "de encontrar un hilo argumental, un contenido creativo que dé sentido al viaje de incentivos en sí y que provoque un verdadero engagement en el viajero", destaca Longarte, quien añade que, "al mismo tiempo, se apuesta por viajes más cortos en el tiempo pero más valiosos para la proyección profesional de los empleados y clientes, y siempre marcados por la digitalización y la tecnología como herramienta fundamental de cada fase del viaje, pero también de la experiencia que viven en él los clientes".
"Los viajes de incentivos serán sostenibles o no serán"
"Nuestra propuesta de valor es crear experiencias corporativas 360º —asegura el country manager de BCD m&e Spain—, que incluyen no sólo el diseño al detalle del viaje de incentivos, sino también una infraestructura logística que permita que los clientes internos y externos viajen seguros y sobre todo que vivan y sientan el programa de incentivo creado antes, durante y después, con la filosofía de que el viaje no acaba al llegar de nuevo a la oficina, sino que sus efectos perduran y se multiplican en el tiempo".