La desesperante lentitud del Gobierno y del Ministerio de Sanidad en la aprobación del concurso del Imserso para los viajes de nuestros mayores, se ha complicado con la no menos lenta gestión del concurso. Un ejercicio de incompetencia que obligará a los adjudicatarios a volar, literalmente, para tener preparados los programas en tiempo y forma.
Cuestión aparte es si la adjudicación de los lotes recaerá en los dos actuales concesionarios (que ya cuentan con experiencia organizativa probada), o se incluirá un tercer actor, que
podría acabar en fiasco,
a la vista de lo ocurrido en el anterior concurso con el estreno de la UTE formada por Iberia, Alsa, IAG7 y Gowaii. Estrenarse en un programa tan complejo y con tan poco tiempo es jugársela o, lo que es peor, poner en riesgo el futuro de los viajes del Imserso.
Especial preocupación genera entre los agentes las malas prácticas del aspirante
Especial preocupación genera entre los agentes las
malas prácticas del aspirante, que ha remitido a las agencias un contrato ofreciendo condiciones especiales para la venta de un producto que todavía no tiene...
con la amenaza nada velada de que, si no firman ya, serán penalizados en el futuro.
Esta mala praxis, más propia de depredadores que de competidores, genera fundadas dudas entre muchos agentes de viajes sobre la
agresiva política comercial de quien pretende vender la piel del oso antes de cazarlo y de una manera tan heterodoxa.
No se puede jugar con los hoteles (y la apertura de sus establecimientos), las aerolíneas (y la rentabilidad de sus rutas domésticas), las agencias (y su remuneración). Pero menos aún con los viajes de nuestros mayores.